miércoles, 12 de diciembre de 2007

SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DE LA CONDUCCIÓN POLÍTICA REVOLUCIONARIA CHILENA

Hoy no existe la conducción revolucionaria de los trabajadores y el pueblo de Chile llamada a construir las condiciones, la fuerza social y material, que colabore con la crisis del modelo y siente las bases políticas de una sociedad en clave socialista.

La organización revolucionaria pendiente

Actualmente están en curso algunos intentos de convergencia político sociales cuyos horizontes de sentido se sostienen sobre la independencia política e ideológica de la clase mayoritaria, y de inspiración socialista y revolucionaria. Colocando entre paréntesis el contexto de producción histórica de los movimientos políticos revolucionarios que tuvieron su mejor momento en el país y el Continente entre los 60’ y 80’ (guevarismo galopante, guerra de Vietnam, múltiples frentes de liberación nacional en los países coloniales y neocoloniales, reformas universitarias radicales, existencia del polo soviético, novedad de la revolución cubana, luego nicaragüense y casi salvadoreña; optimismo mundial sobre la parcial hegemonía socialista en los pueblos de la Tierra , etc.); de acuerdo a las condiciones materiales objetivas del actual período, la emancipación popular y el establecimiento de un gobierno de los trabajadores y el pueblo en un solo movimiento antiimperialista y anticapitalista, continúan pendientes.

El problema de la unidad de los revolucionarios

La fórmula de la resistencia antisistémica fundada en la creación durante los 90 de colectivos políticos (que van desde formaciones estrictamente territorializadas, temáticas, grupos filiales, sensibilidades y culturas políticas procedentes de destacamentos de inspiración revolucionaria que brillaron con luz propia en los 60 y 80, pero que en la actualidad se sostienen apenas simbólicamente) parece ser superada por su ineficacia política, agotamiento, desprendimiento de militancia ante la ausencia de un proyecto político potente y ausencia de vocación de poder.

Es justamente ahora, que el concepto de la unidad de la expresión desarticulada de los distintos empeños políticos cobra un sentido nuevo, extraordinariamente prioritario para la construcción de una alternativa que, desde abajo y con todos quienes quieran apostar con consecuencia a la aventura necesaria de cambiar la vida, dé pasos ciertos a su cristalización.

Después de innumerables y trabajosos ejercicios de afán unitario (unos más exitosos que otros) y aprovechando con relativos resultados la “libertad de asociación” que permite la democracia de los de arriba, hoy existe un superior reconocimiento de las fuerzas y organizaciones político sociales, y de sus horizontes estratégicos.

Aquí los revolucionarios enfrentan una paradoja.

Cada día que pasa sin resolverse el problema de la unidad popular más resuelta contra el bloque burgués en el poder, es un día más de irresponsable postergación de la emancipación definitiva de los trabajadores y el pueblo.

¿Qué explica la imposibilidad de la unidad de los luchadores organizados en cientos de empeños descoyuntados?

Las nuevas generaciones de revolucionarios han heredado aprendizajes fructuosos y también vicios invalidantes, de las luchas político populares provenientes de mediados del siglo pasado.

La inexistencia de un proyecto político altamente analítico respecto de la actual hegemonía capitalista mundial, regional y local, de la cual se desprenden las tácticas y la estrategia ajustadas para la posibilidad de la revolución en Chile (fuerzas motrices, aliados, enemigos centrales y accesorios, estadio de los factores de producción, relaciones de clases, etc.); el caciquismo, la autoreferencia, la sobredimensión interesada de las “diferencias políticas”; el localismo estéril, la mezquindad; la confusión respecto del enemigo principal y los secundarios; la evaluación despectiva de los distintos esfuerzos políticos; la mitología política en su versión sectaria y melancólica; la megalomanía y otros tantos males que recorren el campo popular revolucionario parecen dar cuenta, al menos parcialmente, de las condiciones subjetivas que dinamitan las posibilidades de la unidad.

Pero, sin duda, una de las causas sustantivas de esta verdadera “diáspora revolucionaria”, se sintetiza en la desconfianza (máscara de la desinteligencia, escasez de política, y victoria de los poderosos).

Más allá de los aciertos del enemigo y sus aparatos de desarticulación del mundo popular, son los propios revolucionarios quienes, en gran medida, han dibujado su actual situación.

¿Pero qué hacer frente a un estado de cosas que mantiene a la necesaria constelación de iniciativas revolucionarias atrapadas en la marginalidad política, el enfrascamiento y la falta de un proyecto de clase amplio, claro, unitario, popular, y socialista; premisas nucleares para la formulación de una alternativa política con posibilidades de éxito?

Es preciso –y un deber insoslayable- aventurar metodologías y prácticas que destruyan al “enemigo interno” del archipiélago revolucionario. Sin descuidar en ningún momento el trabajo político social de cada uno de los empeños orgánicos existentes, urge establecer vínculos donde prime la generosidad política y el acento de los eventuales acuerdos por sobre las distancias (la mayor de las veces, imaginarias). No restarle valor y cualidades a ninguna iniciativa política social, por acotada que sea. Establecer relaciones de horizontalidad en todos los encuentros, con perspectivas -y de acuerdo a los ritmos y modos concretos de las organizaciones populares- de eventuales conducciones compartidas. Sinceramiento de las capacidades reales del conjunto, hermanándolas en la elaboración de un mapa de fuerzas correcto, complementario, coherente y potencial. Que cada episodio de lucha, de conmemoración o celebración de la agenda del pueblo, ponga en el centro apuestas concretas de vinculación, y se organicen como iniciativas complementarias y no competitivas. Junto al justo homenaje a los héroes y luchadores populares de antaño, hay que superar la nostalgia (más propia de la “depresión política” que de los objetivos ligados a la convicción de poder) y apurar colectivamente acciones conjuntas, limitadas en el tiempo por el momento, pero que releven el imperio de la unidad popular y limiten las desconfianzas e incertidumbres.

Hoy, los mejores hijos del pueblo, los mandatados a formular el nuevo movimiento popular organizado para la toma del poder y el desalojo definitivo del puñado de privilegiados anclado por la fuerza y que impone un orden infame contra las mayorías nacionales, tiene la tarea titánica e inaplazable de reunirse, paso a paso, pero con tranco profundo y de largo plazo.

El signo del capital

La refundación capitalista impuesta por la dictadura pinochetista y digitada por el imperialismo norteamericano asociada a las clases dominantes –sintetizada con acierto profundo por un campesino de Lonquén como “la venganza de los patrones”- luego de la experiencia allendista, ha modificado de manera relevante, en relación al período pre dictatorial, el patrón de acumulación del capital y la manera radical de expropiar el plusvalor generado por la fuerza de trabajo chilena.

Muy lejos del Estado desarrollista, hoy la precarización del empleo, la flexibilidad laboral, la situación ultra debilitada del trabajo en relación al capital (sólo un 7 % de los asalariados chilenos cuenta con los instrumentos legales para, colectivamente, actualizar su poder adquisitivo, mientras el 93 % permanece expuesto a la explotación e indefensión sin ninguna capacidad negociadora frente al empresariado), son las condiciones necesarias que emplea la patronal para reproducir e incrementar sus privilegios, en uno de los países más desiguales del mundo.

Por arriba, a través de un pacto interburgués, las piezas del sistema binominal de partidos políticos se colaboran explícitamente, tuteladas por un gremio patronal con una estrategia inflexible y transnacionalizada, y una táctica de presión que le brinda inmejorables resultados (tratados de libre comercio por doquier, explotación desenfrenada y blindada juríd
icamente de los recursos naturales no renovables, ganancias históricas de la industria financiera, papel decorativo del Ministerio del Trabajo ante la dirección de hierro neocapitalista de la cartera de Hacienda, consolidación ideológica consensuada con la Concertación del capitalismo como único modelo para el “desarrollo nacional”; y criminalización y represión inmediata de cualquier incidente franco de lucha de clases, demanda popular o de los pueblos originarios).

La burguesía, en general, galopa graciosamente con la legitimidad política que le ofrece la Concertación de Partidos por la Democracia , y ocupa a la derecha como fuerza negociadora y de contención ante eventuales “aventuras populistas” de franjas testimoniales del gobierno que persiguen sin éxito y más bien, declarativamente, políticas de naturaleza redistributiva.

Los de abajo se convocan

Abajo, los trabajadores y el pueblo, mientras acumulan indignación y rabia social inorgánica e inexpresiva aún, son presa de la expoliación laboral, la cooptación ideológica –ética y estética- según la epistemología patronal, el sobreendeudamiento paralizante, la lumpenización de algunas de sus láminas juveniles (efecto de la miseria y la ignorancia), la enajenación y la impotencia política.

En medio de un concierto regional mucho más promisorio que hace una década, propiciado por los gobiernos pro populares de Ven
ezuela, Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua, el pueblo de Chile se mantiene impermeabilizado a estas experiencias ante la pericia mediática de los de arriba y las falencias de los núcleos políticos fragmentados y a la vez, paradójicamente, convocados a reconstruir el proyecto y la fuerza social revolucionaria liberadora.

El aniquilamiento físico y político de los destacamentos de inspiración revolucionaria durante la década de los 80’ , más la victoria mundial y nativa indiscutible de la burguesía en casi todos los planos, signa, delimita y explica la atomización de los múltiples empeños revolucionarios genuinos que pululan descoyuntadamente por el paisaje popular. La derrota de los proyectos emancipadores a costa de la vida de los mejores hijos del pueblo durante el pinochetismo, por un lado, y la capitulación ideológica de muchos sobrevivientes –con honrosas salvedades-, enmarcan el territorio histórico sobre el cual la reformulación de los de abajo prologa su nueva convocatoria.

Los acuerdos de la incipiente reunión revolucionaria

Paulatinamente comienzan a establecerse coincidencias significativas en algunos activos políticos de inspiración revolucionaria, que a través de pequeñas convergencias, comienzan el pedregoso proceso de su constelación, la transparentación de sus fuerzas y el debate de sus certezas, deseos, políticas y carencias.

Ya se apura el acuerdo de que la futura conducción política de los trabajadores y el pueblo y su formulación orgánica y material, debe surgir al calor de las incipientes luchas actuales y desde el seno del pueblo profundo. Que el próximo instrumento político de la clase debe ser la síntesis, actualización y superación de las iniciativas revolucionarias históricas de Chile, y no su repetición: la nostalgia no se reorganiza, independientemente que los aprendizajes de los intentos radicalmente anticapitalistas precedentes tengan que estar siempre a la vista, como bagaje, memoria, origen y continuidad en superación. Que el papel protagónico de los actores populares son el material sensible desde donde, democráticamente debe originarse la plataforma de lucha para el período y el futuro programa del pueblo. Que los trabajadores son la clave motriz cualitativa de la fuerza social que oriente el empeño político revolucionario y sea capaz, a la vez, de concertar al conjunto de rebeldías anticapitalistas hoy dispersas (la demanda de los pueblos originarios, ecologismo consecuente, feminismo de clase, juventud en lucha, pobladores organizados en torno a demandas autónomamente convenidas, intelectuales críticos, etc.). Que la voluntad y convicción de poder son resortes fundacionales de cualquier conducción que apueste a la transformación revolucionaria de las relaciones sociales dominantes. Que urge rescatar de manera crítica, creativa y dialéctica el profuso acervo teórico y la experiencia del pueblo rebelde cuya fuente tiene nota marxista, mundial y especialmente latinoamericana. Y que junto a la armadura política de los trabajadores y las demás franjas populares, debe caminar la reestructuración del intelectual orgánico y colectivo de la clase.

La fuerza política y orgánica mínima necesaria o el punto de inflexión

Son altamente importantes los acuerdos y los ejercicios de convergencia de los diversos empeños revolucionarios chilenos. Hasta hace muy poco ni siquiera existían. Sin embargo, distan mucho de resultar suficientes y eficientes cuando se ubica el objetivo en la conducción política de la emancipación con perspectivas de éxito. Al respecto, aún queda un trecho no menor de concordancias y producción política y orgánica ligadas a la construcción del proyecto, el diseño estratégico –en todos sus ámbitos-, los problemas de la hegemonía de la clase, el programa adecuado y las fuerzas asociadas para constituirse mediante la lucha y la evaluación permanente, en auténtica alternativa para importantes segmentos de los trabajadores y el pueblo.

Considerando positivamente la voluntad política de varios por cortar distancias y acentuar acuerdos, es preciso aquilatar el estadio de las organizaciones y convergencias de inspiración socialistas y revolucionarias del pueblo en su dimensión justa.

Las reuniones coyunturales deben ser cada vez más sintéticas y hermanadas con los sentidos superiores de un pacto político de las agrupaciones de la clase, y tienen que arribar con celeridad a una suerte de fuerza política y orgánica mínima –o punto de inflexión y arranque- que permita enfrentar un conjunto de tareas urgentes que demanda el período.

Es decir, un punto de arranque que signifique la fuerza mínima necesaria para establecer un diseño orgánico que considere labores de dirección política; construcción de pueblo organizado en aquellos núcleos de la clase definidos como estratégicos; producción de medios de comunicación que visibilicen un debate orientador, de vanguardia y con estatura histórica, la formulación colectiva del proyecto, y los rostros de la política convenida. Se trata de constelar la fuerza mínima necesaria para la división del trabajo político, la presencia nacional, la intervención y conducción concreta en procesos de lucha de clases que conviertan a la organización genuina de los trabajadores y el pueblo en sujeto en disputa consecuente y coherente de la realidad nacional.

Ya no más pueblo como víctima o victimario, sino que pueblo protagonista, tensionado, rico en expresiones y empuñado en acciones. Pueblo organizado a través de instrumentos políticos reconocidos que, por sí solos, constituyan polos de atracción de más franjas de asalariados y desheredados.

La marginalidad política, desde una perspectiva revolucionaria, no se define tanto por la presencia mayor o menor en el parlamento burgués –independientemente de su empleo táctico o adjetivo en la construcción de la fuerza- sino en sus posibilidades de enfrentarse directamente al capital y sus poderes, a sus maniobras e instituciones, con tonelaje cualitativo y vocación conductora de mayorías.

De aquí que el punto de arranque rima con la unidad de los segmentos más avanzados de los trabajadores y el pueblo. Por eso hoy el centro hay que ubicarlo en el empeño unitario del archipiélago de organizaciones actualmente desatadas, que provoque con generosidad, recreación constante y producción política y práctica, el punto de inflexión, la crisis y superación de la marginalidad política.

Es cierto; el contexto de producción de la necesaria y nueva organización de inspiración revolucionaria chilena, socialista, antiimperialista y anticapitalista, no cuenta con la retaguardia de los llamados socialismos reales, ni con la victoria fresca, apasionada y tremendamente esperanzadora y dinamizadora del Che, ni la épica y estética de las luchas liberadoras de tantos pueblos de hace tres o cuatro décadas. Sin embargo, las relaciones de poder, propiedad y subordinación entre la mayoría popular y los dueños de todo no han variado para mejor. Por el contrario; las maneras del socialismo son actualmente la auténtica salida a la perpetuación de las guerras del capital, las desigualdades insultantes e inhumanas, la desintegración ecológica potencial del planeta, y comportan las únicas posibilidades de ser felices.

Andrés Figueroa Cornejo

Núcleo Político Oveja Negra

Diciembre de 2007

Santiago de Chile

martes, 11 de diciembre de 2007

Homenaje a los combatientes del FPMR

Me sumo a tu homenaje Leb-traro, aun cuando sostengo algunas diferencias de tu visión histórica, pero en lo mas fundamental bien, lo comparto, por ello lo publico en mi blog

Daniel Quilaipan Lorca

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Mi homenaje

Hace 24 años un 14 de diciembre de 1983, voló una torre y con ella el principio del fin de la dictadura.

Leb-Traro



Es un imperativo ético y de mínima justicia rescatar del olvido y la desmemoria las vivencias de lucha de nuestro pueblo, lucha por su libertad, por sus conquistas sociales, por su dignidad; sobre todo cuando tenemos que lidiar cotidianamente con todo el aparataje comunicacional que la dominación impone para blanquear y torcer la historia acorde a sus intereses.

Nuestro pueblo en su entramado de relaciones sociales con sus variadas formas de organización, debe saber y conocer la historia de lucha y resistencia de sus antecesores, los cuales no dudaron en combatir al igual que ellos lo hacen hoy contra las injusticias y por un mejor horizonte para los suyos. Antecesores que expusieron sus vidas, y que muchos de ellos la perdieron, por recuperar la democracia. Esta “democracia” que les dio vuelta la espalda, con dirigentes que los traicionaron, que se vendieron al mejor postor, que no tienen empacho en posar y tomar tesito con aquellos que los torturaron y encarcelaron, que se regocijan haciendo negocios con los mismos que asesinaron e hicieron desaparecer a sus familiares y compañeros de sueños, lacayos que serán maldecidos por la memoria de los traicionados.

En un 14 de diciembre de 1983; jóvenes, hombres y mujeres patriotas que luego de recorrer un arduo y laborioso camino lleno de riesgos, de perdidas y éxitos en pequeñas y medianas escaramuzas de autodefensa contra el estado fascista inaugurado con el golpe de 1973, y junto a un contingente de jóvenes con experiencia combativa exitosa en misiones internacionalistas, dignos depositarios del ejemplo del entrañable comandante che Guevara, fundan el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Organización político-militar de izquierda que se alzo en defensa de su pueblo y que mientras existió fue más que un dolor de cabeza para el tirano y su comparsa, aunque algunos quieran minimizar o distorsionar su accionar.

Otros podrán hablar con más propiedad de su accionar y de los combates librados por todo un pueblo participante, desde aquellos que simpatizaban y festejaban cada logro hasta los combatientes todos por igual sin distinción de grados o formación (siempre me ha parecido odiosa la separación), yo quiero expresar desde el ahora y desde esta realidad totalmente diferente a la de aquella, en mis recuerdos hay una lucha constante con mi memoria porque el rostro de tantos de nuestros hermanos y camaradas no se desdibuje con el tiempo

El surgimiento del FPMR marcó un hito histórico en chile, cuya significación fue en lo fundamental que por primera vez surgiera una fuerza militar del pueblo organizado con capacidad real de cuestionar y disputarle a las clases dominantes la hegemonía del uso profesional del arte militar. Son estos patriotas los que se enfrentaron contra unas FF.AA que actuaron como fuerzas de ocupación en su propio territorio y contra su propio pueblo, que no sabían y no saben de honor, de ética, ni de patriotismo y no digamos ya, de combate real contra otra fuerza en igualdad de condiciones, unas FF.AA, clasistas y racistas, sumados sus cuerpos represivos de esbirros torturadores expertos en el trabajo sucio, que han actuado como el matón del curso contra los más débiles, pero que cuando los han enfrentado en su terreno, son como ratas huyendo del fuego. Innumerables son los relatos que lo grafican como en aquel video de la época en que un “señor del cuerpo de carabineros” corría histéricamente tras la micro de tan honorable cuerpo estatal espantado de la masa organizada que los había obligado a replegarse y era dejado a la deriva por sus propios socios, o de los “famosos” comandos cobras, perros guardianes del dictadorcillo, alias Daniel López (estafador y ladón), quienes al primer traquetear de los m-16 y los silbidos de los low cortando el aire ese hermoso 7 de septiembre de 1986, que no encontraron mejor tarea que abandonar a su suerte a su amo para buscar cualquier hoyo que cubriera sus traseros.

Es el valor y la generosidad de cientos de estos jóvenes chilenos que no soportaron más el sangriento modus operandi de la dictadura contra un pueblo desarmado e impuesta a sangre y fuego por los poderes económicos nacionales confabulados con el capital foráneo con el objetivo de mantener sus privilegios y prebendas, fueron esos patriotas los que pusieron en jaque no sólo la estabilidad de la dictadura, sino que también su proyecto de refundación del sistema capitalista en chile y obligaron al imperialismo norteamericano a crear la salida pactada con sectores conservadores y reformistas de nuestro país.

La reconstrucción de fragmentos de nuestra historia es el ejercicio que debemos practicar todos y cada uno de aquellos que luchamos contra el tirano a través de la evocación de los pequeños hechos cotidianos, de exteriorizar los pequeños grandes actos de resistencia y solidaridad que germinaron en aquella larga noche, ejerciendo la grandeza y humildad de la autocrítica como piezas del gran rompecabezas que nos ayuden en la creación de la historia colectiva para su rescate y superación. Jamás la verdad les ha hecho daño a los revolucionarios, solo a los que quieran manipular la historia para otros intereses que nada tienen que ver con los de los más humildes.

No podemos luchar de igual a igual contra los monopolios de la comunicación que ejercen los dominadores, sean estos burgueses dueños de los medios de producción o burócratas administradores de los medios del Estado con los cuales usufructúan, pero sí podemos recurrir a la tradición oral, como lo hacen los pueblos originarios en la transmisión de su cultura, para en el caso de nosotros mantener viva de generación en generación la memoria. Debemos neutralizar y aniquilar lo que la dominación con su constructo político-ideológico de historia oficial suele hacer para formatear a su regalado gusto la conciencia y la memoria del pueblo.

Si pensamos que la dominación del poder burocrático nos regala recitales (con otrora artistas comprometidos con su pueblo y sus transformaciones y hoy simples sujetos decorativos que el pueblo escucha por lo que sus temas representan en el ideario colectivo) porque son generosos, temo que nos equivocamos. Blanquear las mentes, confundir la realidad como lo han hecho con Neruda, como lo intentan con Violeta, con Víctor Jara, como lo intentan con todos los íconos y referentes del pueblo, integrarlos, amasarlos, manipularlos, estrujarlos y dejarlos sin enjundia ni consistencia todo en comunión con el sistema y el consumo e integrados al management participativo de “somos la gran familia consumista”.

Si la duda se apersona en alguno de ustedes, y puede ser, ¿porque no? pueden hacer uso de la elegancia del transchanta y darse una vuelta por la plaza de armas y ver la “exposición-museo” sobre la matanza de la escuela Santa María de Iquique que plasman los administradores de turno del poder, como si este hecho sangrientamente trágico para la clase obrera y el conjunto del pueblo les fuera absolutamente ajeno, como si la idea que aquella vez motivo y presiono el gatillo llenando de sangre las calles de Iquique hace 100 años no fuera la misma que actualmente los tiene gozando del poder, o lo del absurdo llevado al extremo en que la fundación Neruda sea administrada por la derecha y toda la producción del poeta del pueblo mercantilizada.

“No debemos olvidar que la consecución de relatos de la memoria modifica al sujeto mismo y lo transforma en un hombre que transforma su entorno y su realidad”[1].

La memoria de “los pueblos” es la que debemos rescatar, entendiendo que cada uno de nosotros es pueblo y son nuestras experiencias de vida, nuestras luchas, nuestros sueños, nuestros amores, nuestras utopías las que debemos cantar y transmitir, partiendo por nuestros hijos y de ellos a sus propios hijos con kultrunes y sintetizadores, pifilcas y bajos, quenas y guitarras eléctricas, a través del hiperespacio cibernético de la Internet, y esa herramienta poderosa que son los correos electrónicos o mail y también con nuestros cuerpos, con nuestro movimiento, con nuestro ritmo, en fin con toda nuestra corporalidad. A fin de cuentas las ideas que emanan del cerebro están dentro de nuestro cuerpo. Debemos hacernos cargo de nuestra propia realidad transformándola en su totalidad, “ligando su presente con su presente anterior y su presente futuro”[2].

Hoy debemos transformar nuestras luchas locales en luchas globales, el guetto no solo lo construye el enemigo, lo hacemos todos con nuestras intransigencias, y tozudeces, aportando de esta manera a que la ideología dominante construya las nuevas relaciones sociales con la idea de entidad social que contiene el principio de su reproducción en la sacrosanta propiedad privada del capital financiero.

(El pueblo debe estar alerta y vigilante No debe dejarse provocar, ni debe dejarse masacrar, pero tambien debe defender sus conquistas. Debe defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor....

salvador Allende) (así se lee en el afiche de Leb_Traro, en la parte superior )

("no me vengas con la historia de la indolencia,
hace rato que te aguaito dandote vueltas,
Moscardon que pica y pica sin consecuencia,
se le acaba el zumbido y la lanceta.
si la montaña no viene anda hacia ella,
las metas de Recabarren son las estrellas"
Victor Jara.
--- organizaciones sociales, pueblos originarios, partidos de izquierda, cristianos, jovenes, ancianos, mujeres, hombres, todos aun somos un pueblo...
¡¡¡ AUN TENEMOS PATRIA CIUDADANOS !!!-- )
(así se lee en la otra parte del afiche)



Fueron comunistas, socialistas, miristas, democristianos, católicos, evangélicos, jóvenes, hombres, mujeres, homosexuales, lesbianas, curas y monjas, feministas, familias completas con y sin partido los que integraron el Frente Patriótico Manuel Rodríguez y se hicieron combatientes. Miles de chilenos fueron los que recopilaron información en las entrañas del enemigo, miles fueron los que colocaron sus casas para reuniones, miles fueron los que nos protegieron en momentos de peligro, y es por el respeto a esa entrega generosa que no podemos comenzar a construir torres de babel entre revolucionarios, nuestro norte siempre fue uno, combatir la dictadura, como hoy es el combatir al capitalismo global y local.

Tenemos una memoria reciente escrita en nuestros cuerpos y el recuerdo de aquellos que ya no están, son ellos los que nos exigen que la memoria sea narrada y resignificada íntegramente, nuestra memoria no puede tener olvidos ni acomodos ya que será de la única manera que podamos reconstruir con respeto a la memoria y al proyecto de los que dignamente cayeron, la utopía urgente de que otro mundo es necesario y posible.

“los pueblos que olvidan su pasado no están condenados a repetirlo, como se suele decir, sino condenados a la desintegración y la muerte, porque la memoria actualiza los lazos y cohesiona el presente, dándole sentido”[3]

pobladores, sacerdotes, empleados públicos, profesionales, intelectuales, estudiantes, lisiados (algunos no tuvimos que fingir), negros, blanquitos, chicos, grandes, dueñas de casa, muchos, cientos de miles por todo chile que dieron un paso al frente ante esa disyuntiva histórica de vencer o morir y si bien hoy las condiciones son diferentes, lo aprendido por el pueblo no se olvida y si los conflictos y las injusticias se agudizan solo el pueblo en su infinita sabiduría (y no nos referimos a una voluntad divina), sabrá que hacer y en el momento que se deba hacer como lo hizo en uno de los momentos más desgraciados de nuestra historia. Debemos apropiarnos de esta, porque es nuestra historia y la verdad esta de nuestro lado.

Si afrontamos digna y éticamente a que la memoria sea y vuele, que duda cabe, a los de mañana les acompañara como ayer nos acompaño a nosotros el grito libertario de Manuel Rodríguez...


¡¡¡Aún Tenemos Patria Ciudadanos!!!


a Raúl Pellegrin a su padre y a sus girasoles y a todos los combatientes y luchadores anónimos contra la dictadura.


[1] Trabajo de investigación participante; “Otras historias – Otras memorias, Historia oral y memoria de la Villa 21/24” que tiene que ver con la construcción de la memoria de un barrio popular de Barracas en Buenos Aires, Argentina.

[2] Idem

[3] Idem